La malanga, así como el carao, el chicasquil, el frijol de palo y el tacaco son algunos alimentos nacionales, de alto valor nutricional, poco recordados.
La Dra. Patricia Sedó, docente de la Escuela de Nutrición de la Universidad de Costa Rica, señala que luego de formar parte de la dieta cotidiana de los costarricenses, esos alimentos en la actualidad se están desvaneciendo de los platillos, el paladar y de la memoria de los ticos.
Lo anterior se desprende de un artículo publicado en el sitio Web de esta casa de educación superior.
La malanga y el tacaco, por ejemplo, son alimentos de alto valor nutricional, que poco a poco son relegados para dar paso a una lista reducida de productos, muchos de ellos altos en azúcares y grasas, con un aporte mínimo en fibra, vitaminas y minerales.
“La dieta se está haciendo muy monótona y muy restringida a ciertos grupos de alimentos. Entonces, esto está afectando a los sistemas alimentarios, con la mayor presencia de grandes extensiones de monocultivos y la falta de reconocimiento de los alimentos que forman parte de nuestra diversidad alimentaria y de cómo usarlos, principalmente, en generaciones jóvenes. Incluso, se ha perdido el conocimiento de cómo reconocerlos en el medio y cómo sacar el máximo aprovechamiento para lograr dietas saludables y sostenibles”, explicó la Dra. Sedó.
De acuerdo con la especialista, dice el mismo artículo de la UCR, la mayoría de los alimentos que hoy ostentan un espacio privilegiado en el consumo costarricense, por lo general, son poco diversos y saludables, y pueden presentar repercusiones importantes en en el estado nutricional de la población.
Con ella coincide el Dr. Romano González, nutricionista antropólogo del Ministerio de Salud.
“Aunque no había agricultura como tal, los patios y los solares eran un terreno de producción conocido como el huerto tradicional tropical. Ahí había una cantidad determinada de animales y de plantas de porte alto, medio y bajo, así como ornamentales y medicinales. Ese era el patio de los abuelos y esos espacios no se consideraron en las construcciones actuales. Hoy, tenemos apartamentos y casas sin ni siquiera un jardín”, reflexionó el Dr. González.

Sin embargo, la publicación de la UCR añade que, en este panorama no todo es negativo.
La Dra. Sedó hizo hincapié a que muchos de estos alimentos persisten en la memoria colectiva y todavía hay personas que buscan la vía para que no se pierda el conocimiento.
Para ella, un aspecto importante es la educación nutricional y la puesta en valor de estos productos en los comedores escolares, como un espacio rico en el cual las nuevas generaciones aprendan a valorar estos productos y los vean más allá del consumo.
“Hacemos un llamado a visitar las ferias del agricultor porque ahí vamos a encontrar muchos productores que mantienen ese legado. Hemos visto que ellos ofrecen productos frescos de sus fincas como frutales, flores, semillas, granos, quelites y hasta follajes que es más común en ferias y localidades donde la tradición se conserva viva”, enfatizó la Dra. Sedó.