Los análisis de los banqueros y los financistas se quedan cortos cuando se trata de un banco público, pues no comprenden más allá de las ganancias financiero-contables. El análisis económico, implica ver todas las demás repercusiones referentes a costos de oportunidad e impactos sociales y ambientales, si los hay.
El análisis de la conveniencia económica de vender o no, el BCR, no se agota con establecer un precio financiero al banco. Hay que cuantificar qué va a suceder con las tasas de interés que afectan todo el crédito que se otorga en el país, hay que debatir cómo va a impactar a los lugareños el cierre de agencias en decenas de distritos de Costa Rica y cuantificar el encarecimiento de la vida de esas personas, que deberán desplazarse kilómetros para realizar sus trámites, hay que tomar en cuenta los dineros que ya no llegarán a las pensiones de Invalidez, vejez y muerte. Todo eso, se debe considerar y entonces, solo así sabremos si es conveniente venderlo o no lo es.
En este artículo pretendo cuantificar, algo de esos costos sociales, porque si el banco es de todas y todos; hay que medir cuánto le costaría a la población entera prescindir de ese banco.
Efectos por la menor competencia bancaria.
Dicho de una manera más clara, el Banco de Costa Rica cobra, en promedio, tasas de interés mucho más bajas que las tasas que cobran los bancos privados, eso implica que al pasar a propiedad privada el monto del crédito que hoy otorga se elevaría de tasa, con efectos negativos para miles de deudores.
En promedio los bancos públicos cobran 7,47 puntos porcentuales menos que los bancos privados y, 14 puntos porcentuales menos que las financieras. Ver cuadro adjunto.

Eso es así porque la competencia en el mercado financiero es escasa, hay demasiadas estructuras comunicantes entre los gerenciadores y dueños que los amalgama para actuar (ABC, Cámara de Bancos, CAMBOLSA, ACOP, CAFI, entre otras). Hay limitantes para que el cliente pueda escoger entre las mejores opciones, pues la movilidad de operaciones entre bancos, implica trámites engorrosos y costos muy altos, además de que abundan los problemas por normativa mal diseñada.
¿Qué pasará con las tasas de interés de los créditos que otorga el BCR una vez privatizado?
Paulatinamente, eso créditos convergerán a las tasas de interés de los bancos privados, haciendo que todos los clientes paguen una tasa mayor y comisiones mayores también.
¿Cuánto será el impacto de ese mayor cobro?
Lo podemos cuantificar con las cifras de las colocaciones que hoy tiene el BCR, que ascienden a ¢4.901.000.000.000 (¢4.9 billones, redondeando), si le aplicamos la diferencia de tasas de interés de 7,47 p.p., nos revela que los costarricenses pagarán de más la suma de ¢366.104 millones por año.
Pero aún más, si la cartera se la reparten entre los bancos privados y las financieras, el sobrepago que deberán hacer los costarricenses será de proporciones mucho mayores. No sobra advertir que, esa suma de ¢366.104 millones, representa apenas parte de la pérdida anual de la sociedad y, es una pérdida que no cesa en el tiempo. Ver cuadro adjunto.

Este sí que es un efecto empobrecedor, ya que ese dinero extraído de los ingresos de los hogares y las empresas les resta capacidad de consumo e inversión a la sociedad entera, con lo que se frena el crecimiento económico, crece el desempleo, y concentra el ingreso.
Por otra parte, la desaparición del BCR, como banco público, implica el cierre de decenas de agencias en distritos rurales, donde la rentabilidad financiera no es la deseada por los entes privados. Eso implicará que muchos lugareños queden fuera de la bancarización o que deban trasladarse decenas de kilómetros para contactar a un banco de manera presencial y eso tiene un costo social muy importante que se debe cuantificar. Si 40.000 personas o más, tendrán que perder un día de trabajo cada tres meses y erogar viáticos cuatro veces al año, ese es un costo social muy elevado que debe cuantificarse a la hora de tomar una decisión.
Si el BCR es de todas las personas, debemos cuantificar cuánto perdemos como sociedad y cuánto ganamos. Las cifras que he visto y las que he elaborado, todas señalan que es un mal negocio su venta.
Desde luego, que lo que expongo aquí debe complementarse con las demás cuantificaciones que ya se han publicado y, que demuestran que el impacto de ahorro en el pago a la deuda pública es menor a la rentabilidad que el banco genera por lo que es, desde lo financiero-contables, un mal negocio.
Nada de estos cálculos, he visto en el debate por parte de los que hablan a favor de la privatización. Creo que el Presidente y las y los congresistas son personas racionales que las mueve el interés patrio por encima de las pasiones ideológicas o los intereses financieros.
Pero, también, urge ver las valoraciones de la academia seria y sus institutos de investigación, y pedirle evaluaciones valorativas a entes regionales de investigación en economía, como la CEPAL, y el BID.
En el pasado, muchos malos negocios hizo el Estado como para que volvamos por esa vía, se vale reflexionar.