Este fin de semana empezará a ser diferente para una Guacamaya o Lapa Roja con visibles signos de maltrato, la cual mantenían en cautiverio dentro de una vivienda en Sarapiquí.
El animalito fue rescatado por oficiales de la Policía de Fronteras cuando patrullaban el sector de San Antonio, en el distrito Llanuras del Gaspar.
La Lapa Roja rescatada tiene parte de las plumas de sus alas recortadas, para impedir que volara y pudiera escapar a su hábitat natural.
Luego de lograr recuperarla, los policías la llevaron hasta las instalaciones de la Policía de Fronteras de Delta Costa Rica, donde el ave fue entregada a guardaparques del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC), quienes se encargaron de trasladarla hasta un refugio.
Las personas que la tenían cautiva están plenamente identificadas y serán procesadas judicialmente por presunta violación a Ley de Conservación de Vida Silvestre.
La Guacamaya o Lapa Roja es una especie catalogada en peligro de extinción debido a la destrucción de los bosques que constituyen su hábitat, así como a la cacería de sus pichones para mascotas.
Tenencia de animales silvestres como mascotas puede salirle caro
La tenencia de animales silvestres es una contravención o delito menor, según lo contemplado en el artículo 110 de la Ley de Conservación de Vida Silvestre, la cual dispone que mantener en cautiverio o en condición de mascota a un animal en peligro de extinción será sancionado con dos o cuatro salarios bases.
En el 2017, una mujer del cantón de Pococí fue condenada por mantener en cautiverio dos loras copete rojo, por lo cual un juez la sentenció a pagar 852 mil colones.
Los animales silvestres cumplen una misión dentro de sus hábitats, por lo que extraerlos de sus ecosistemas causa desequilibrios ecológicos y los exponen a enfermedades, así como a hábitos de alimentación no aptos para ellos.
Según el SINAC, en Costa Rica más de 400 especies silvestres están amenazadas por las interacciones negativas con actividades humanas como la fragmentación de los ecosistemas donde habitan por la infraestructura como carreteras, tendidos eléctricos y la urbanización de las zonas protectoras de los ríos, entre otras causas.