Las casas curales, los salones y los Templos Parroquiales fueron construidos por el pueblo de Dios, con mucho esfuerzo y sacrificio.
No podemos perder nuestra memoria histórica, con el liderazgo de monseñor Sancho, nuestros antepasados padres, abuelos y bisabuelos, aportaron su granito de arena para construir dichas obras, cuyo objetivo principal es brindar un servicio a la comunidad, sin fines lucrativos.
Las casas curales deben permanecer en cada Parroquia, se requiere el acercamiento de los fieles con los sacerdotes, se deben fortalecer los vínculos y el sentido de pertenencia de cada Parroquia, aún más, luchar y defender el patrimonio que fue construido con tanto esfuerzo y sacrificio.
Ante las situaciones dolorosas que ha enfrentado la Diócesis, desde hace muchos años, entre ellas, la injusticia social, se ha perdido la credibilidad de los laicos, la poca coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, esto hace que ya no se apoye económicamente como antes, algunos fieles muy valiosos, ante la falta de testimonio, deciden irse para otras iglesias o congregaciones.
Existe desconfianza en el entorno por cuanto pareciera que el mayor interés es económico, como si fuera una empresa, se ha perdido el norte de la misión y la acción pastoral.
Los laicos, sacerdotes y obispos deben ser una comunidad de creyentes, que velan por el bienestar, especialmente, de los más desprotegidos, una Iglesia cercana y de puertas abiertas, donde su interés sea la acción pastoral, tan necesaria en estos tiempos de crisis y decadencia de valores.
Se han realizado proyectos que no son prioridades en tiempos de crisis, por ejemplo, la remodelación del altar de la Catedral.
Se deben buscar otras alternativas para enfrentar la crisis económica, pero, no con el alquiler de las casas curales y menos, solicitarles a los laicos una cuota por el uso del Salón Parroquial o que los laicos tengan que ir a buscar otros espacios para reunirse y tener que pagar por su uso.
Los laicos cumplen una función primordial en el proceso de Evangelización. Cada laico debe ser responsable de asumir las tareas de un cristiano, dar testimonio donde se desempeñe en la sociedad, asumir un compromiso con la justicia social, especialmente con la población más vulnerable.
También, anunciar y denunciar los hechos que afecten el bien común, velar por el bienestar de su comunidad y la de su Iglesia.
Por Mayra Rojas Barquero, exintegrante del Consejo Parroquial de Ciudad Quesada.