¡Hay fiesta en el cielo! Doña Olga Aguilar González, un ejemplo de amor al prójimo en San Carlos, falleció la mañana de este martes 15 de marzo, a la edad de 92 años.
Ella fue un ángel para decenas de vecinos de la Región Norte, pues desde 1950 y hasta que sus fuerzas se lo permitieron, dedicó su vida a llevar, diariamente, una palabra de aliento y un rato de compañía a los enfermos internados en el Hospital San Carlos.
“Durante 51 años visitó todos los días a los enfermos, hasta julio del 2018. Acompañó a muchos en el paso de muerte. Era compañía para quienes no recibían visitas, les ayudaba reparándoles la ropa, llevándoles mensajes y apenas salían del hospital, mandaba a sus hijos a Radio Cima para que pusieran avisos según se los solicitaban los enfermos. También, por muchos años acompañó a los reos en la cárcel, lo hacía dos veces por semana, llevándoles pan, arepas y tortas de huevo”, recordó la periodista y recopiladora de la historia popular, Ángela Ulibarri.
Doña Olga nació en el distrito de Aguas Zarcas, en diciembre de 1927 y cuatro décadas después, en 1967, se trasladó a vivir a Villa Quesada.
Fue un ser humano asombroso, amiga, esposa, madre, abuela y bisabuela colmada de empatía, siempre dispuesta a tender una mano desinteresada.
“Todos los días me levantaba temprano, hacía los oficios de la casa para llegar puntual a la visita del Hospital para compartir un rato con los enfermitos. Algunas veces me quedaba más tiempo, después de la visita, ayudando a los trabajadores del Hospital”, contó en una oportunidad esta maravillosa mujer.
Olga Aguilar González fue una vida dedicada a servir con solidaridad y amor. Su familia siempre la apoyó en su misión.
“Acciones como la de doña Olga son dignas de reconocer y admirar. Demuestran que el cariño, la vocación de servir y el desprendimiento se traen. Ella fue un ejemplo que debería replicarse en la sociedad costarricense y en todo el mundo”, dijo la Dra. Gabriela Navarro, Jefa de Consulta Externa del Hospital al colega, Gerardo Quesada.
Y, es que su casa también fue un Hogar de Paso para personas de escasos recursos que no tenían donde quedarse a dormir mientras algún familiar estaba hospitalizado.
¡Descanse en paz, doña Olga! Gracias por su testimonio de amor al prójimo, un ejemplo silencioso de entrega en momentos difíciles para muchos, que reafirma que los ángeles sí existen.