El ingeniero Esteban Coto, exdirector del Consejo Nacional de Vialidad (CONAVI) en la Región Norte y quizá uno de los impulsores de esta alternativa de desarrollo para comunidades con rutas nacionales en lastre, salió en defensa de estos trabajos, que son la antesala para la colocación de una carpeta asfáltica y cambio de categoría de muchas rutas en los territorios rurales del país.
Los cuestionamientos se dan últimamente, con los trabajos que se realizan en la ruta 227, entre Buenos Aires de Pocosol y Coopevega de Cutris de San Carlos.
Ahí, los dirigentes se han quejado por el deterioro muy temprano que sufren los tramos que ya tienen colocado el sello, incluso, recientemente personeros del Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales (LanammeUCR) realizaron una inspección para determinar si el trabajo realizado por la empresa Constructora Herrera corresponde a lo que dicta el contrato por cerca de 500 millones de colones, que se ejecuta en esa ruta nacional.
Sobre los sellos asfálticos, el Ingeniero Esteban Coto explicó a La Región que son una solución para el control del polvo, son una buena solución como un tratamiento superficial, no es una capa estructural que sirva de solución a largo plazo.
¿Cuál es el beneficio que tiene el sello, tratamiento superficial o perfilado?
Lo que ayuda es a proteger la subbase de erosiones, de las afectaciones por lluvia o por el tránsito de vehículos y es la antesala para la colocación de una carpeta asfáltica delgada, no estructural, que sigue siendo un método de preservación de pavimentos, sin incurrir en lo que es una ruta nueva, que requiere una serie de procedimientos administrativos de largo plazo, de hasta diez años para lograrlo.
El ingeniero aseguró que si el sello no se complementa con una carpeta, se pierde en año y medio o dos años. Los sellos deben estar acompañados inmediatamente por otra respuesta de preservación de corto o mediano plazo, que es la carpeta delgada no estructural de cuatro centímetros, que en términos de conservación vial se les acredita para poder atender.
“Los sellos son una estrategia de preservación, no para burlar los procedimientos, la idea es que dure lo suficiente para que las diferentes instituciones que intervienen en obra nueva puedan actuar y esa ruta no se mantenga en lastre, con el problema que significa para el desarrollo y el bienestar de los vecinos de esas rutas”, dijo Coto.
Los sellos no son algo nuevo, ya que se utilizaban para atender los problemas de polvo frente a escuelas y centros de población con rutas nacionales en lastre.
Como solución permanente se comenzaron a utilizar hace cuatro años y así se llegó a colocar cerca de 200 kilómetros solo en esta Región Huetar Norte, muchos de los cuales terminaron con carpeta y con un cambio de categoría de lastre a asfalto.
Algunos ejemplos son Pital-El Sanino, 18 kilómetros de la ruta 250 que inicialmente se trabajaron con un sello asfáltico, luego se le colocó una carpeta y se construyeron cunetas, que la convierten hoy en una ruta más en asfalto.