A Denny se le presentó esta oportunidad laboral gracias a un programa de formación, apoyado por la ONU, que ayuda a los reclusos a reintegrarse a la sociedad tras cumplir su condena.
“Quiero aprovechar al máximo mi tiempo, aunque sea en la cárcel, y esta formación debería ayudarme a encontrar un trabajo más adelante”, afirma Denny, de 31 años, a quien le quedan poco más de dos años para cumplir su condena.
“Ya sabía preparar un café, por supuesto, pero aquí estoy aprendiendo sobre diferentes sabores, olores y aromas, y sobre el lado artístico de la elaboración del café”, agrega.
Denny es uno de los 200 reclusos de clase del centro penitenciario de Tangerang y uno de los más de 35.000 presos indonesios que participan en cursos de formación profesional, que van desde los grabados ecológicos en textiles hasta la agricultura. En su caso, aprende el oficio de barista en prisión y espera trabajar en una cafetería cuando salga en libertad.
La directora del centro penitenciario, Salis Farida Fitriani, afirma que el objetivo del programa es construir un futuro mejor para estas personas, pero que la formación profesional por sí sola no basta para que los reclusos triunfen en el mundo exterior.
Para enfrentarse a una sociedad que a menudo los estigmatiza de por vida, Fitriani explicó que la prisión también imparte formación en cuestiones como el desarrollo de la personalidad, el asesoramiento y la enseñanza religiosa.

Acabar con el prejuicio
Montar un negocio tras cumplir condena es difícil, explica, por su parte, Haswin, un exdelincuente de 32 años. Tras abandonar Tangerang, en enero de 2022, ahora regenta su propia cafetería donde combina distintos sabores de café modernos y tradicionales junto a cócteles sin alcohol y aperitivos.
“La vida es mucho mejor ahora”, afirma Haswin, quien precisa que su anterior trabajo de camarero fue un factor determinante que lo condujo a cometer delitos relacionados con las drogas que finalizaron con su arresto en 2018.
“Estoy más contento con la vida y orgulloso de mi creatividad”, explica. “Nunca había pensado que podría encontrar una carrera fuera del ocio nocturno”. Ahora, su trabajo no es solo un medio para llegar a fin de mes, sino una nueva oportunidad.
Deportes y estudios universitarios
Los reclusos de la clase de Tangerang tienen la oportunidad de hacerlo. También pueden competir en deportes profesionales, ya que el centro penitenciario es la única prisión de Indonesia que ofrece un programa completo de educación universitaria.