Este 15 de noviembre se cumplen dos años desde que la voz inconfundible de Carlos Hernández Paniagua se apagó para siempre, dejando un vacío y un dolor profundo en la comunidad de la Zona Norte que a diario estaba atenta a sus noticias.
Hernández Paniagua entregó su vida al periodismo. Durante 45 años, este apasionado de la comunicación social trabajó en las radios locales Cima, San Carlos y Santa Clara y como corresponsal del Grupo Nación.
Fue un maestro de generaciones y un amigo extraordinario, que puso en la agenda local y nacional, la realidad de la seguridad ciudadana en toda esta región, así como el mal estado de los caminos, la pobreza y la ausencia de servicios básicos en las comunidades fronterizas cuando los teléfonos celulares y WhatsApp no existían.
Era un hombre de estatura pequeña, con una voz ronca y fuerte, a quien las canas lo identificaban desde joven y con una habilidad única para “olfatear” la noticia a cientos de kilómetros. Precisamente, esa cualidad lo destacó como uno de los periodistas más influyentes de la Zona Norte.
La voz de Carlos se apagó para siempre en la madrugada del 15 de noviembre de 2020, a los 66 años de edad.
Estaba casado con doña Olga Padilla y fruto de su amor nacieron Milena, Harold Roberto y Olga. Además, era abuelo de siete nietos, a quienes amaba con todo su corazón.
La defunción de Carlitos, como le decían sus compañeros y amigos, se debió a un quebranto de salud asociado a un problema hepático.
Había nacido en Heredia, pero llegó aun siendo un niño a San Carlos, cantón que lo acogió con un enorme cariño y respeto.
Un mes antes de su partida de este mundo terrenal, la Municipalidad lo declaró “Hijo adoptivo”.
“Con su inconfundible voz y facilidad de escritura puso en el mapa al cantón y a la Zona Norte hace décadas, no solo a nivel nacional, sino también a nivel internacional, alzando su voz ante los diferentes gobiernos de turno por el bienestar de las comunidades rurales y fronterizas de nuestra región”, señalaron las autoridades municipales Sancarleñas en su momento.
Es imposible no extrañarlo, pero su legado permanece intacto en el corazón y la mente de quienes lo conocieron o tuvimos la oportunidad de reportear y compartir micrófono con él, así como mil aventuras más detrás de la noticia.
¡Un abrazo grande hasta el cielo, Carlitos!