El jaguar es el animal silvestre más apreciado por los indígenas Malekus, cuyo territorio está ubicado en el cantón de Guatuso.
Para esta comunidad aborigen de la Región Huetar Norte de Costa Rica, este felino representa astucia y fuerza, precisamente, los elementos que identifican a Aida Elizondo Marín, la Artesana de la Vida protagonista de esta historia.
A ella la encontramos en El Palenque El Sol, donde día a día lucha con la fuerza del jaguar con un objetivo claro: acompañar, educar, trasmitir la herencia ancestral y enseñar a sus hijas con su ejemplo que, pese a los golpes de la vida, con una buena dosis de esfuerzo es posible hacer realidad los sueños.
“Tengo dos hijas, ha sido una experiencia maravillosa y difícil, bastante difícil. El rol de madre en todas las culturas es difícil y en las comunidades indígenas no es la excepción, más aún porque las estoy criando sola porque mi esposo murió”, confiesa esta mujer Maleku.
A doña Aida, la pandemia le arrebató a su esposo, lo que significa que le ha tocado llevar adelante su familia sola, después de que su compañero de vida falleciera en los tiempos más agresivos del Covid.

El amor de una madre es un amor poderoso
Cada mañana, al abrir sus ojos, ella asume la fortaleza del jaguar para cuidar de quienes son el pilar de su vida. La mayor de sus hijas tiene 15 años y está en el colegio, mientras que la chiquita de la casa, este año obtiene el sexto grado.
En la tradición Maleku, la unidad familiar y el respeto a los mayores es esencial. El amor hacia los padres es asumido con profundo sentido.
“Yo recuerdo de mi niñez como abuela nos aconsejaba y nos sentaba a espaldas, ella no nos daba la cara, porque ella decía que hay muchas cosas que no podían decirlas por la edad en que estábamos; pero, había mucho respeto, era una unión muy estrecha entre padre e hijo, nos enseñaban a cocinar, a labrar la tierra, como traer el alimento hasta la mesa; entonces siempre hubo ese ligamen de mamás a hijos, de abuelos hacia los nietos, siempre ha sido de mucho respeto”, agrega Elizondo.

Valorar, respetar y apoyar la diversidad indígena
Una de las tareas que como madre ha llevado con mayor esfuerzo es la de mantener viva la tradición Maleku, inculcando los valores y tradiciones indígena en sus dos hijas. No les ha impuesto su cultura, pero, las ha sabido acompañar para que no renuncien a sus raíces.
Aunque en las tradiciones que provienen de los antepasados, no existe la celebración del Día de la Madre, el respeto y el valor de la maternidad están en la base de esta cultura, ya que la mujer desempeña en la comunidad Maleku liderazgos y juega fuertemente, el rol de proveedora.
“La mujer indígena es líder, luchadora y proveedora, no solo los hombres, las mujeres siempre proveen, son las personas que a pesar de que son madres y muchas son jefas de hogar, siempre está el espíritu de poder trabajar la tierra, hasta el día de hoy se ha conservado eso”, añade.
Así como detrás de un artista está la creatividad, el esfuerzo, la alegría y la dedicación, en las mamás todas esas cualidades están presentes.
Mujeres y madres como Aida, en el corazón indígena Maleku, llevan en sí ese saber para cuidar, para educar, para curar el alma, para enseñar a vivir, a amar y sacar a sus familias adelante porque son auténticas Artesanas de la Vida.